PASIÓN EN CÓRDOBA 2025
C INCO y ni una más. Al Cristo de Gracia no se le entendía sin saetas, especialmente sin la voz atá vica y tronante de María Zamorano ‘La Talego na’, pero el paso no podía tener paradas eternas mientras se sucedían las oraciones. Quizá sí antes, en la época en que iba a ruedas, pero la cofradía no quería de jar a los costaleros enfriarse y a los nazarenos a pie quie to por muy bellos que fueran los quejíos y los cantos. Cin co y ni una más, había dicho el hermano mayor del Cris to de Gracia, José Sánchez Revuelta. Era el Jueves Santo de 1990, o más bien ya entrada la Madrugada del Vier nes Santo, y una televisión francesa había enviado a sus cámaras para grabar cómo era el canto de la saeta. La cofradía regresaba a casa por la calle María Auxi liadora y los saeteros esperaban en el balcón de la casa de Carlos Espejo, que era hermano de la cofradía y vice presidente de la Federación de Peñas. «Querían cantar ocho o diez saetas, pero yo dije que no podían ser tantas, que la cuadrilla, y también los nazarenos, llevaban ocho horas en la calle y no podían enfriarse», cuenta al cabo del tiempo. Y se llegó al acuerdo de serían cinco saetas. Allí estaban María La Talegona y otro sae tero grande de la ciudad, hermano del dueño de la casa: Manuel Espejo ‘Churumbaque’. Confor me terminó la quinta, José Sánchez Revuelta es tuvo pendiente y le dio al capataz la orden de se guir: «Curro, vámonos». No fue tan fácil. Luis Mi guel Carrión, ya un capataz en alza y que había llegado a la hermandad junto a su maestro, Fran cisco Pérez Cantillo, hizo la primera llamada, pero casi al instante rasgó el aire como un true no armonioso la voz de La Talegona, que tanto había cantado al Cristo de Gracia. Y el hermano mayor cambió de idea y se dirigió otra vez a Cu rro, que estaba con el martillo en la mano: «Va mos a aguantarla». Terminó la saeta La Talegona, emocionó a los que allí estaban y el Cristo de Gracia volvió a casa, pero lo que sucedió después volvió providencial la decisión del hermano mayor de dejar el paso quieto: aquella saeta fue la última que María Za morano cantó al que llamaba ‘Divino Esparra guero’, y al que tanta devoción tuvo. Murió en fe brero de 1991 sin llegar a otra Semana Santa. José Sánchez Revuelta fue hermano mayor, estuvo medio siglo en juntas de gobierno y vis te la túnica de su hermandad del Cristo de Gra cia desde hace más de seis décadas, pero toda vía se resiste a que lo llamen cofrade. No le gus ta la palabra: «No soy cofrade, soy más bien hermano. Me gusta más hermandad que cofra día». El hermano trabaja por su hermandad, bus ca recursos para la obra social en Perú, echa tur nos en la Cruz de Mayo y colabora en la Caseta de Feria, la que se llama ‘El Esparraguero’ y que siguen trabajando los hermanos. Nació en una o - e - - - - a - , - o o - - s , l o - - - , - - - - n - - - a e a
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JOSÉ SÁNCHEZ REVUELTA; «HE SUSPENDIDO COMO COFRADE; SOY MÁS BIEN HERMANO»
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