PASIÓN EN CÓRDOBA 2025

«Y se le apareció un ángel del cielo que lo confortaba»

POR ESTRELLA FERNÁNDEZ-MARTOS

Y se te apareció un ángel del Cielo para confortarte porque tus amigos te dejaron solo. Tú, que en tu humanidad recorriste nuestras alegrías y dolores, empezaste tu salvífica pasión desde la angustia y el miedo, abandonado de la vigilia de tus amigos. Porque no supieron, no quisieron o no pudieron. Pero dormitaban mientras batallabas solo en un pozo de temor y desconsue lo por lo que habrías de pasar si, finalmente, aceptabas be ber del cáliz del que te hicimos beber. Mientras orabas al Padre desde ese abismo de pesa dumbre, ellos dormían. Los viste. Por dos veces los des pertaste para pedirles oración, pero su tristeza los dur mió. Su dormir, nuestro dormir, añadía pesar a tu aflic ción. Esperaste compasión y no la hubo, consoladores, y no los encontraste. Por eso un ángel del cielo se te apare ció para confortarte. Tu inmensa tristeza, tu miedo y ansiedad ante la prue ba que se presentaba no te paralizaron. Cuanto mayor era tu sufrimiento, más profundamente orabas al Padre. Cuan to más cercanos sabías la humillación y el dolor, más te unías al Cielo. Mientras los hombres dormían, sólo con tabas con el consuelo angélico entre los olivos donde tan tas veces paseaste. Y de ese abismo de temor y angustia te levantaste aceptando la pasión que estaba por comen zar. Pudiste renunciar y, sin embargo, nos elegiste. Y la empezaste del mismo modo que la terminarías en la Cruz: volviendo tu rostro al Padre, confortado por án geles y perdonándonos. Porque antes de que te prendie ran, despertaste definitivamente de su sueño a los tres, para decirles lo que aun no entenderían: que ya podían dormir y descansar. Porque eres la Palabra hecha carne, el acto mismo, y tu sola decisión de aceptar la Pasión ya nos había librado de la muerte. Antes de perdonar a la mu chedumbre desde el madero, perdonaste a tus amigos más íntimos por no haber podido o sabido estar contigo en tu dolor. En todo momento maestro, nos enseñaste que no hay perdón lejano que no beba del perdón al más próxi mo, que el perdón es fruto de la oración y que no hay co munión con el Cielo sin perdón en el alma. También por esto, Señor, de la mano de tu ángel de con suelo, vuelo hoy desde el rojo terciopelo y palmas de oro de la Reina de los Mártires hasta las encaladas paredes de Ca puchinos, para cobijarnos bajo el manto de tu madre, San ta María, Reina de los Ángeles. Ruega por nosotros.

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«Y SE LE APARECIÓ UN ÁNGEL DEL CIELO QUE LO CONFORTABA»

PASIÓN EN CÓRDOBA

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