Pasión en Córdoba 20230222
Peana de la Virgen de las Angustias, realizada en 1771, y sobre la que procesionó muchas veces
La Virgen del Socorro, en el templete que la
cobija cada septiembre
RAFAEL CARMONA
L A materialidad de la Semana Santa de Córdoba no puede entender sin el influjo del poderoso y globalizante modelo hispalense. El esquema pa- rihuela-respiradero-canasto– se considera hoy un canon inamovible a la hora de abordar la construc- ción de cualquier paso para las imágenes titulares de nuestras cofradías, portadas a costal y trabajadera con una única excepción: el Cristo de los Remedios y la Vir- gen de las Tristezas de la hermandad de Ánimas. La fór- mula también es válida si hablamos de los palios, rela- tivamente recientes en la Semana Santa contemporá- nea. El primero —siempre hablando del siglo XX— fue el de las Angustias, tan alejado de los cánones y las propor- ciones actuales que también beben del totémico canon forjado a la sombra de la Giralda, perfectamente docu- mentado a través de investigaciones, documentos y has- ta vestigios tan vigentes como el poderoso paso del Se- ñor del Gran Poder, un retablo andante labrado por Ruiz Gijón a finales del siglo XVII que ya era portado a costal cuando aún no había concluido el Siglo de Oro. Pero en Córdoba hay cosas que son de antes de ayer, incluyendo costales, trabajaderas, hasta los llamadores, exóticos en nuestra Semana Santa a comienzos de los años 80. Hace 40 años la mayoría de los pasos —sin de- masiado orden ni concierto— aún se alejaban de ese es- quema que ahora se considera global. Era el resultado de un proceso algo desordenado que se inició a media- dos del siglo XIX, con la restauración de la celebración callejera. Se partía de un acento más o menos propio que iba a culminar con la plena asunción del modelo hispa- lense. Es una historia por contar pero… ¿Qué hubo an- tes del agujero negro decimonónico? Seguimos sabien- do muy poco. A la escasez de una bibliografía específica se une la ausencia casi total de testimonios gráficos ade- cuados y el delgado volumen de investigaciones especia- lizadas, tan abundante río abajo hasta constituir un gé-
nero en sí mismo. Pero no todo es oscuridad. Hay algu- nas rendijas abiertas que nos permiten ubicar aún algu- nas reliquias de las viejas formas procesionales. Seguramente la más valiosa y mejor documentada es la peana que hoy se integra —incompleta— sobre el paso neo rococó que Andrés Valverde labró para procesionar una imagen fundamental que ejerce como nexo tempo- ral entre la Semana Santa de antes y después de la in- mensa postración decimonónica: aquel Nazareno al que dejaron tan solo los títulos de Castilla... Unas antiguas fotografías de los años 30, no demasiado difundidas, dan perfecta idea del impacto visual que debían ofrecer en la calle las andas de plata del Nazareno de la Carcheni- lla, portadas por una brevísima cuadrilla sobre unos es- cuetos varales rematados con cabezas zoomorfas que si- gue conservando la cofradía. No había patas; aquellas angarillas se apoyaban sobre unos guizques rematados en una U metálica para descansar en las paradas, tal y como siguen haciendo los santeros que otorgan carác- ter y personalidad a la Semana Santa de Lucena. Así de- bía ser en la Semana Santa barroca cordobesa… Esas andas, que hoy sirven de trono permanente al Nazareno, habían sido labradas para la bellísima, inti- mista y casi desconocida imagen de la Soledad de la pri- mitiva cofradía nobiliaria. Aún recibe culto en la capilla hospitalaria. Perdida su vieja cofradía de marqueses, la parihuela se continuaba utilizando para trasladar a la actual imagen de la Nazarena —tal y como retratan las citadas fotografías— desde su recoleto templo hasta la parroquia de San Lorenzo. Fue en aquellos años, hasta 1937, en los que la Dolorosa —entonces recibía culto en la enfermería— sirvió como cotitular eventual de la her- mandad del Calvario, antes de ser sustituida sucesiva- mente por una efímera imagen de Martínez Cerrillo —hoy en los Estudiantes de Jaén— y la actual dolorosa de Cas- tillo Ariza y Díaz Jiménez. La magnífica pieza había sido
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PASIÓN EN CÓRDOBA
UNA SEMANA SANTA EN PARIHUELAS
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