Pasión en Córdoba 20230222

A la izquierda, Francisco Melguizo, fundador de la Misericordia y compositor, el día de su boda. A la derecha, partituras autógrafas de ‘Nuestra Señora de la Esperanza’, de Luis Bedmar, y ‘Lágrimas y Desamparo’, de Francisco Melguizo

cofradía de Santiago, y en 1958 firmó ‘Jesús Rescatado’, en que desarrolló rasgos muy personales. Con un tema muy dulce e inspi- rado y una saeta, la obra se incardinaba en un cierto estilo cordobés de aquellos años. Es decir, solemne y lírica, sin fuerte de bajos ni cornetas y con una línea melódica amplia. La gran década de la música procesional ter- minó en 1959, cuando Luis Bedmar escribió ‘Nuestra Señora de la Esperanza’, la primera de las muchas que luego tendría la Virgen, y resuelta en carácter muy solemne. También existió en la Córdoba de aquel tiempo la ban- da de la Cruz Roja, que acompañó algunos años a Nuestra Señora de las Lágrimas. Aquella gran época terminó allí. Gámez La- serna se había marchado en 1957 a Sevilla como director de la banda Soria 9 y brindó obras in- mortales como ‘Pasa la Virgen Macarena’, pero también ‘El Cachorro-Saeta Sevillana’, en que tuvo presentes los logros de lo que había escri- to para Córdoba. Brindaría después ‘Nuestra Señora de la Piedad’, para la hermandad del Prendimiento, ya conforme a un esquema más clásico de marcha de bulla, y ‘Ángeles del Cís- ter’, por encargo de Fray Ricardo de Córdoba. Las cofradías se asomaron a una época de cri- sis que afectó a la música y aquel patrimonio quedó latente. En 1980 y 1981, ya bajo la di- rección de Luis Bedmar, la Banda Municipal de Córdoba grabó dos cintas en que estaban casi todas las marchas de la edad de oro y algunas más. Enrique Báez continuó com- poniendo y ya estaban allí las entonces recientes ‘Virgen del Socorro’ y ‘Por una Madre’. Las bandas volvieron en masa a los pasos de Virgen de la Semana Santa en los años siguientes, pero aquellas marchas sólo ocuparon su lugar con timidez y a pasos cortos. La banda Soria 9 gra- bó en 1992 un doble CD que descubrió las grandes obras a las nuevas generaciones, pero todavía hubo que espe- rar un poco para que sonasen todo lo que debían. El empujón final lo dieron la banda de la Esperanza, con sus investigaciones y el rescate de obras que a veces habían permanecido sepultadas décadas y la decisión de muchas cofradías de que sonaran aquellas obras dedica- das de cuya calidad ya nadie dudó. Para ese entonces ‘Sae- ta cordobesa’ era una clásica en toda Andalucía, Sevilla incluida, y había nuevos compositores que se abrían paso con el sedimento de haber aprendido de los mejores.

FOTOS: ARCHIVO HERMANDAD DE LA MISERICORDIA Y ARCHIVO BANDA DE LA ESPERANZA

por el uso de la armonía. Sonó por primera vez en el Sa- lón Liceo del Círculo de la Amistad uniendo las dos ban- das y un coro. Tardó en ser entendida mucho más que su ‘hermana’ (aunque autores como Báez ya la admiraron), pero también llegaría a cuajar. En 1956 Melguizo brindó otra obra muy personal, ‘Señor de la Caridad’. En la banda del Regimiento de Lepanto también flore- ció la inspiración en la persona de José Timoteo Franco, un flautista que llegó a ser subdirector de la formación, y que ya en la década de 1940 había firmado dos plegarias a la Virgen de las Angustias, para voz y orquesta, titula- das ‘La Reina del Dolor’ y ‘Madre mía’. En 1957 escribió ‘Santísimo Cristo de las Penas’, para la entonces joven

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