Pasion en Sevilla 149 mayo 2024

Primer plano de las dulces facciones del Cristo de Burgos sevillano, en el que se aprecia la marcada línea de las costillas al estilo agustino

Curiosamente, en la restauración lleva da a cabo en 1997 por Enrique Gutiérrez Carrasquilla, bajo informe de Gabriel Fe rreras, se encontró dentro del sudario va rios recortes de periódico, entre tantos otros elementos con los que Gutiérrez-Re yes Cano buscó abultar el conjunto. La no ticia que recogía aquel diario, sobre el ex plosivo accidente del vapor Cabo Machi chaco en el puerto de Santander, permitió situar entre 1893 y 1894 esta intervención que cambió por completo la fisonomía del crucificado de San Pedro. La intención o el azar volvía a vincular a los dos Cristos de Burgos, esta vez a tra vés del mar, pues cuenta la leyenda que al de los agustinos lo encontraron dentro de un cofre a la deriva unos mercantes bur galeses durante su travesía de vuelta de Flandes. Para llegar a la imagen que todos cono cemos faltaba aún una intervención, la de José Ordóñez, centrada en la policromía.

RAÚL DOBLADO

matismo a una talla, basta con compararlo con otra obra de la época, el soberbio y laocoontiano Cristo de la Ex piración del Museo (1575), absolutamente manierista, para ver de lleno las diferencias y entender que el de San Pedro es una obra maestra clásica. Especialmente cuando a finales del siglo XIX el escul tor sevillano Manuel Gutiérrez-Reyes Cano le talla final mente la cabellera y la barba, le coloca una corona de es pinas y le prepara un sudario a base de telas encoladas. Tanto el vello del mentón, ligeramente bífido, como la disposición del paño de pureza se realizan al modo en que los hubiera planteado el propio Juan Bautista Vázquez, de no haber tenido aquellas precisas indicaciones.

La acometió a comienzos del siglo XX, una centuria de lo más intensa para la corporación, con diversos actos de unión entre la ciudad de Sevilla y la de Burgos —re presentadas ambas en el paisaje idealizado que pintó Antonio Kiernam Flores en el retablo cerámico de la fa chada principal del templo—; y con la designación de la talla para presidir el Vía Crucis de las Hermandades en 1999. En todos estos momentos ha estado presente este crucificado sin estridencias, muy sevillano aunque re mita a Castilla. Una devoción particular que parece ha ber mantenido ese carácter ‘exclusivo’, de relativa mi noría cofradiera, cuatro siglos y medio después.

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