Pasion en Sevilla 151 diciembre 2024

GRAN P ODE R POR FRAN PIÑERO

Un icono del realismo barroco ICONOGRAFÍA N uestro Padre Jesús del Gran Poder es la evolución, hacia un culmen de patetismo y humanidad, del modelo de nazareno con la cruz a cuestas introdu cido en el arte español en el último tercio del siglo XV y que logró imponerse a esa fórmula coetánea de presen tar al Redentor con la cruz del revés. El catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Se villa José Roda Peña recuerda cómo su creación, a manos del cordobés Juan de Mesa, supuso un «salto cualitativo hacia el realismo barroco» por su «porte monumental y una impo nente faz que sobrecoge por su fuerza dramática, acentuada por la pérdida de buena parte de su encarnadura, dándonos la impresión de un rostro llagado que le confiere una perso nalidad única e irrenunciable». Todo ello pese a que la propia época en la que fue gubiado -1620- la escultura e imaginería sevillana estaba viviendo una etapa «de prodigiosa riqueza creativa». El plus que aporta esta imagen es su manera de llevar a una espiritualidad «más próxima y accesible», que desvela lo sagrado sin complejas narrativas teológicas, como ya había apuntado décadas atrás San Ignacio de Loyola respecto al cariz en que había que en focar la divulgación religiosa. Juan de Mesa lo consigue imprimiendo a su obra cumbre sufrimiento, que no crudeza extrema. «Las espinas que atra viesan la ceja y la oreja izquierda, así como la torturante co

rona tallada sobre el propio bloque craneal, de tonalidad ver de oscura muy naturalista» son recursos excepcionales. Aunque la rotundidad del Gran Poder por las calles de Se villa se completa sin duda con su paso procesional, que ha servido en sí mismo de fuente de inspiración para los tallis tas neobarrocos. En ello influyen dos cuestiones. La técnica, que lleva al tramo productivo más brillante del de por sí ex cepcional Francisco Antonio Ruiz Gijón; y la histórica, en tan to que se trata de las andas más antiguas de la Semana San ta de Sevilla. Lo son desde la segunda mitad del siglo XIX – se finiquitaron en 1692–. Roda Peña recuerda cómo «en 1852, González de León no dudó en calificarlo como ‘uno de los mejores que hay en esta ciudad’». El erudito decimonónico describió el canasto y pea na como «de muy buen gusto», «mucho movimiento y en samblaje, calada de exquisitas labores». Además, como concluye Roda, el paso no sólo destaca por su maestría artística, patente en las ocho cartelas principa les, los 24 ángeles volanderos o en los seis pasionarios; sino porque también acentúa el significado de la propia advoca ción: «La idea de la omnipotencia divina y de su infinita mi sericordia para con el pueblo de Israel se pone de manifies to en escenas veterotestamentarias y en la parábola evangé lica del hijo pródigo, encarnándose en el Nuevo Testamento en la figura de Jesús de Nazaret», aquí del Gran Poder.

El frontal del canasto del paso de Jesús del Gran Poder

EUGENIO FERNÁNDEZ

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MAGNA HISPALENSE

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