Pasion en Sevilla 151 diciembre 2024

ESPERANZA DE T RIAN A

Sé de un lugar

POR J. FÉLIX MACHUCA

E stas manos escriben lo que vieron otros ojos. Y sintió otro corazón. Los ojos de una tierra leja na, ajena a nuestras cosas y nuestros casos, ne gros como la Coca Cola, húmedos como rocía el cielo a la madrugada. Así que lo rescato de la mochila del tiempo, lo actualizo con música de Triana, para que Jesús de la Rosa eche a volar el pájaro blanco de nues tros corazones, buscando una estrella fugaz en la Espe ranza de la calle más pura del barrio del río. En algún momento de aquella alborada, su piel de canela se eri zó, y pude intuir que todo era tan nuevo en su cabeza que hasta la carne de gallina la delataba. De compren derlo ni hablamos. Sus preguntas corroboraban mi sos pecha: ¿Por qué baila? ¿Qué le hace estar tan contenta? ¿No es un día trágico tras ver morir a su Hijo? Su desconcierto lo multiplicaba el reverbero fovista de una calle convertida en la estrella fugaz que cantaba Triana. Parecía que la escena era un cuadro de José Ce rezal. Todo invitaba a participar de la catarsis y canti ñearse por Triana: Sé de un lugar donde brillan las flo

res… Los pétalos jarrean primaveras desde las azoteas de una calle convertida en paseo triunfal. Continuaban sus dudas: ¿No nos pasará nada, verdad? ¿No me sien to segura entre tanta gente? Le apreté una mano y le dije: si debes tener miedo, tenlo porque aquí pasa una cosa muy grande. Tan grande que no te lo explica ni la física ni la química. Ni la ciencia cuántica ni la filosofía. Aguanta porque te va a pasar algo muy grande cuando la veas de cerca. Margarita Yourcenar creyó ver en la Ma carena la hermana ancestral de la dama de Elche, la dio sa ibérica de pedrerías púnicas. Mi acompañante vio en la Esperanza marinera los versos del Herrera: “Y en Tria na, mi Esperanza/Y en Triana, la Señora/ que por las aguas avanza/con seis varales de eslora…” Desde enton ces, aquella muchacha lejana y de ojos negros, sabe de un lugar en Triana donde la Esperanza viene y va en bar co de plata, a cuya eslora se arrima cada primavera, pre guntándole a la luna si la delicada sonrisa que brilla en el palio es el amor. Desde entonces el miedo se transfor mó en Esperanza trianera…

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MAGNA HISPALENSE

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