PASIÓN EN CÓRDOBA 2025

¡Qué tiempos!

POR ANTONIO VARO PINEDA

L os que tenemos algunos años y buena memoria nos acordamos de los infaustos documentos sobre ca tolicismo popular en el sur de España con que nues tros obispos nos castigaron, en sentido etimológico (es decir, nos avisaron), en 1975, 1980, 1985 y 1986. En plena resaca posconciliar, lo que hacían los prelados era, con pa labras suaves y criterios inflexibles, poco menos que per donarnos la vida a quienes habíamos decidido ser cofrades y canalizar por este cauce nuestra vocación de cristianos. En resumidas cuentas, lo que hacían, aunque sin decirlo ex presamente —la diplomacia episcopal habla tanto por ac ción como por omisión— era relegarnos a la ‘Liga Federa ción’ de la Iglesia, reservando la Primera y la Champions para los «nuevos movimientos» como el Camino Neocate cumenal, Comunión y Liberación, Legionarios y de Cristo y similares. Creo que se entiende el símil futbolístico. Eran años en los que los párrocos, con el asentimien to tácito o explícito de los obispos, daban literalmente con la puerta en las narices no sólo a nuevas cofradías que querían abrirse camino, sino incluso a las que, ya exis tentes, debían trasladarse provisionalmente a otros tem plos cuando sus sedes canónicas se cerraban para sufrir obras de restauración. Recuérdese, en Córdoba, el caso de las cofradías de San Pedro y Santiago, que tuvieron que recurrir a conventos o ermitas para cobijar sus imá genes. Recuérdese también el ejemplo de la parroquia de la Trinidad, donde el bueno de don Antonio Gómez Agui lar, tan recordado, acogió hasta a cinco proyectos de nue vas cofradías (la Santa Faz, la Vera Cruz, la Estrella, la Sa grada Cena y el Perdón) porque ningún otro párroco que ría abrirles sus portones. Incluso, ya en 2000, el primer párroco de Poniente, que había sido invitado a la bendi ción del local de la Sagrada Cena, rechazó con displicen cia acoger a la hermandad en su parroquia.

Por esos mismos años, además, se implantaron en nuestra diócesis los recordados y lamentables Estatutos Marco, que en realidad se tenían que haber llamado ‘Es tatutos Corsé’ o ‘Estatutos Camisa de Fuerza’, que Asen jo redujo a la nada en 2006, vista su paralizante inope rancia y su palmaria ineficacia. Por si esto fuera poco, eran tiempos en que la carrera oficial de Córdoba discu rría por el centro de la ciudad y las cofradías que deci dían hacer estación en la Catedral (o salir de ella porque no les quedaba más remedio) debían pagar de su bolsi llo los gastos de seguridad e infraestructura: vigilancia, rampa y demás. Veamos ahora la realidad actual y comprobaremos que no sólo se aceptan nuevas prohermandades, grupos parroquiales y similares con una alegría y una facilidad que rayan en la imprudencia, sino que nuestras eminen cias aprueban con entusiasmo cuantas salidas extraor dinarias se les demandan, casi siempre con motivos ab

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¡QUÉ TIEMPOS!

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